La vid se muestra muy resistente a largos períodos de sequía, ya que tiene un sistema radicular profundo. Sin embargo, en condiciones de fuerte sequía puede producirse una pérdida de producción y calidad debido a la reducción de su contenido en azúcares, por lo que en estas situaciones el riego es indispensable. La aplicación de riego en viña normalmente se traduce en un mayor crecimiento de las plantas y aumento de su producción, pero con una posible incidencia directa en la calidad, ya que puede producir efectos negativos sí se aplica en exceso o en épocas no favorables para ello.
En la uva, para desarrollar posteriormente un buen vino, lo que se busca es la abundancia de los denominados “compuestos nobles” que son los que aportan colores y aromas. Estos compuestos (antocianos y taninos fundamentalmente) se encuentran principalmente en el hollejo de de la uva, por lo que se buscará una relación hollejo/pulpa grande, siendo deseables bayas pequeñas. Esto generalmente se consigue con un riego deficitario que provoque cierto grado de estrés hídrico a la planta.
Si se quiere conseguir uva de buena calidad, será muy importante el manejo adecuado del riego. Por este motivo será fundamental el empleo de métodos adecuados de evaluación del estado hídrico de la planta para conocer sus necesidades de agua.
En la actualidad existen diferentes métodos para medir la cantidad de agua disponible para la planta, se pueden distinguir principalmente entre métodos de estimación y métodos directos.
Efectos favorables
- Aumento importante de tallos anticipados y del porcentaje de racimos.
- Aumenta el número de hojas y evita su caída de prematura.
- Adelanta la formación de la cepa y por tanto de su entrada en producción.
- Aumenta el peso de los sarmientos (madera de poda).
- Favorece la iniciación floral y por tanto la fertilidad de la vid.
- Aumenta la cosecha por un mayor peso de las uvas y mas cantidad de las mismas, mayor relación peso frutos/peso del raspón y la relación de peso pulpa/peso de hollejos.
Efectos desfavorables
- Puede favorecer el corrimiento (mala fecundación de los racimos)
- Puede disminuir el número de racimos o frutos
- Retrasa la maduración
- Riegos mal aplicados durante las fases de crecimiento y desarrollo de los frutos puede reducir el contenido de azúcares y el contenido de materias colorantes por la menor proporción de hollejos
- El riego aplicado al final de la maduración de los frutos puede ocasionar el rajado de los frutos
- Aumenta la acidez de los frutos
En resumen, el riego tiene efectos beneficiosos siempre y cuando se maneje de forma adecuada. Para ello, es necesario conocer cuánto y cuando regar. Existen varias herramientas que nos pueden ayudar a saber cuánta agua aplicar.
En estas aplicaciones informáticas nos indican los datos de las aportaciones, calculados para un año tipo. Es bueno que el agricultor los conozca para que le permita planificar sus riegos a lo largo de la campaña, aunque después aparezcan dependiendo de las condiciones climatológicas y del desarrollo de su cultivo, poder modificar esa planificación de riegos.
Los momentos en los que es necesario un aporte de agua son los siguientes:
- En los primeros meses del periodo vegetativo para así asegurar una buena producción del fruto.
- Antes y durante la floración, para asegurar el desarrollo de las flores.
- Durante la formación de la cosecha, para así aumentar el tamaño de los frutos.
Por el contrario, en otras épocas puede ser favorable una ligera escasez de agua.
- En la formación de las yemas (finales de verano) y cuando estas se abren (principios de otoño). Una ligera deficiencia de agua, junto con insolación y temperaturas elevadas, se considera que es lo más favorable para la formación de las yemas florales.
- Después de haber madurado el fruto, y especialmente después de la recolección, las vides se ajustan a un suministro limitado de agua solo siendo necesario en poco cantidad para mantener el follaje sano y evitar la caída prematura de las hojas.
- Normalmente, hasta finales de marzo o principios de abril, salvo circunstancias de años secos no se precisaría efectuar riego.
- A partir de primavera y hasta mediados de septiembre se aplicarían riegos para evitar déficit de agua en los períodos críticos del cultivo.