El conejo empieza a levantar cabeza. Cada vez son más los lugares en los que abunda, provocando a veces serios daños a los cultivos. ¿Qué está pasando? ¿A qué se deben estas explosiones demográficas que han desempolvado la ilusión de muchos cazadores y la queja de no pocos agricultores?
Los conejos de monte se han convertido en una temida plaga para casi todos los cultivos, pero oficialmente no se consideran como una plaga, sino como especie cinegética. El agricultor está limitado por la ley de Caza en cuanto a métodos que actúen sobre la regulación de la población de conejos.
Los ataques de los conejos de monte se producen en sembrados, hortalizas, frutales, naranjos, vides… Y lo que atacan, sucumbe, porque se alimentan de comer brotes y la corteza de los troncos. Cuando esto sucede, si roen el tronco en toda su circunferencia, la planta o el árbol queda sentenciado de muerte, porque se corta la circulación de la savia elaborada.
¿Qué pueden hacer los agricultores ante ello?
- Se recomienda limpiar barrancos, taludes y fincas abandonadas, así como destruir madrigueras mediante laboreos profundos de unos 60 centímetros, algo que ya es prácticamente imposible por los riegos a goteo, las redes de tuberías subterráneas y que el terreno está demasiado endurecido.
- Cercar las parcelas con mallas que han de enterrarse al menos 25 centímetros para que los animales no escarben por debajo. Esto resulta caro para el agricultor puesto que a parte del material utilizado y la maquinaria perderían terreno al tener que separar los cerramientos de los lindes de los campos.
- El uso de productos químicos está muy limitado por que solo se permite usar la materia activa TMTD, un producto que sirve de repelente, pero con el inconveniente de que es poco persistente, porque desaparece su efecto con la humedad nocturna, y mucho antes si llueve.
- Se está tramitando una Orden reguladora de prácticas cinegéticas (caza) especiales dirigidas a la puesta en marcha de medidas que obliguen a adaptar los planes técnicos de caza en aquellos municipios en los que, estando acotados, existan poblaciones de conejos silvestres potencialmente generadoras de daños. Entre tanto ya se realizan batidas extraordinarias en cotos donde se han denunciado problemas.
En conclusión, se ve difícil el control de la proliferación de la población de conejo en las zonas de agricultura mientras no se considere el conejo como una plaga en lugar de especie cinegética para lo cual se debería de cambiar las leyes lo cual resulta un poco complicado.