Con frecuencia, las heladas causan sobre los agricultores y sobre su economía impactos devastadores. Técnicamente, la palabra “helada” se refiere a la formación de cristales de hielo sobre las superficies, tanto por congelación del rocío como por un cambio de fase de vapor de agua a hielo. Por suerte se cuenta con varios métodos de protección contra heladas que pueden ser:
- Activos: incluye estufas, aspersores y máquinas de viento, que se usan durante la noche de helada para reemplazar las pérdidas de energía natural.
- Pasivos: se relacionan con técnicas biológicas y ecológicas, e incluyen prácticas llevadas a cabo antes de las noches de helada para reducir el potencial de daño
La protección contra heladas por riego con cobertura total se incluye dentro de los métodos activos. Este método de protección se basa en que el agua al congelarse desprende una notable cantidad de calor y que su temperatura se mantiene a cero grados mientras queda agua por congelar. Por tanto, el sistema de riego instalado ha de mantener constantemente sobre las plantas una cierta cantidad de agua en estado de congelación.
La protección exitosa de los cultivos de los daños por heladas usando aspersores depende de tres factores cruciales:
1. Velocidad de rotación del aspersor
La investigación ha mostrado que una mayor temperatura consistente de la planta es mantenida con una rotación más rápida del aspersor. Para ser considerada suficientemente rápida un aspersor debe completar una revolución completa en menos de 60 segundos. De treinta a cuarenta segundos resulta un valor ideal.
2. Tasa de aplicación de agua
El volumen de agua en relación a la tasa de aplicación del área ha sido encontrada como uno de las consideraciones más importantes cuando se diseña contra la protección por heladas. La tasa de aplicación se calcula luego de considerar factores tales como la temperatura del aire, la velocidad del viento y los niveles de humedad.
El viento afecta a los niveles de evaporación así como también a la uniformidad de aplicación. Las condiciones del viento dan como resultado la necesidad de una aplicación de agua mayor, para brindar el mismo grado de protección que cuando no hay viento.
3. Uniformidad
La protección efectiva contra las heladas también depende de cuán uniforme distribuye el aspersor el agua. Se debe tener una precaución extrema al evaluar el espaciamiento entre aspersores, las presiones operativas y las condiciones del viento. La elección del aspersor debe ser realizada con mucho cuidado. Un estándar aceptado será aquel en que el aspersor produce un CU igual o superior al 84% con su DU siendo igual o superior que el 75%.
Se ha demostrado que este tipo de lucha contra heladas es de los más eficientes hasta el momento, siempre y cuando exista un buen diseño de los sistemas y un buen asesoramiento por parte de especialistas a los agricultores.