Recuperación de suelos fatigados en agricultura intensiva
La mayoría de las producciones agrícolas a nivel mundial se producen bajo climas áridos y semiáridos cuyas condiciones climáticas de temperatura, humedad relativa y luz, favorecen e intensifican la productividad de los cultivos. Esta intensificación de los cultivos conlleva a que los recursos hídricos sean escasos y de deficiente calidad, esto unido a que los suelos son poco fértiles originan una intensa tendencia a fatigarse, a perder su estructura y, en consecuencia, su fertilidad.
El término fatiga del suelo podría definirse como la pérdida de vigor y rendimiento productivo de las plantas cuando se efectúa un cultivo reiterado sobre un mismo suelo. Existiendo un gran número de factores que pueden desencadenar esta fatiga. Estos factores podemos dividirlos en diferentes tipos:
Factores de tipo químico:
- Carencia de nutrientes, por agotamiento en el suelo.
- Contaminación por iones fitotóxicos o por compuestos excretados.
Factores de tipo biológico:
- Baja o nula actividad microbiana y de la microfauna del suelo.
- Contaminación por organismos patógenos.
- Establecimiento de competencias entre los microorganismos y las plantas cultivadas.
- Pérdida del equilibrio biológico del suelo, por el empleo de desinfectantes, o por cualquier otra causa.
Factores de tipo físico:
- Pérdida de las propiedades físicas del suelo, fundamentalmente, pérdida de la estructura del suelo, siendo este el mayor de los inconvenientes de la agricultura intensiva.
- Los principales motivos por los que el suelo pierde su estructura son los siguientes:
- Los nuevos regadíos, orientados a aumentar la eficiencia del conlleva una importante presión sobre el suelo, que ve deterioradas sus propiedades físicas y pierde su estructura.
- La utilización de maquinaria pesada, el empleo de gran cantidad de mano de obra
- El empleo de aguas con contenidos elevados de sodio.
- Inadecuado manejo de fertilizantes, el empleo de desinfectantes, causan una degradación química y biológica del suelo.
Tradicionalmente, y aún en la actualidad, los agricultores han mantenido la estructura del suelo con grandes aportes de materia orgánica. Este modo de proceder, por sí solo, ya resulta insuficiente, debido a que el ritmo de degradación de la estructura del suelo supera al de creación de estructura mediante la materia orgánica aportada. Además, medioambientalmente, tampoco se sostiene el aporte indiscriminado de materia orgánica al suelo.
Otros métodos de recuperación serian:
- Incorporación de los restos de cultivo al suelo en su preparación.
- Estrategias para fomento del desarrollo radicular del cultivo.
- Aplicación de productos para mantener y mejorar la estructura del suelo como pueden ser los ácidos polihidroxicarboxílicos, ácidos fúlvicos y ácidos húmicos.
- Aportes de importantes cantidades de calcio de manera continuada para contrarrestar los efectos nocivos del sodio.
- Adecuado manejo del proceso de fertirrigación tanto a nivel de suministro hídrico (evitando encharcamientos y excesiva sequedad) como a nivel nutricional (evitando excesos que provocan pérdidas innecesarias por lavado, interacciones entre nutrientes y alteración de la microfauna y microflora beneficiosa del suelo).
- Utilización de estrategias de abonado que minimicen las pérdidas de nutrientes y por tanto limiten las cantidades aportadas, como seguimiento continuado de las plantaciones con aportes según demanda, empleo de fórmulas fertilizantes a medida según la demanda del cultivo y las características edafológicas de suelo.
- Empleo de productos activadores o potenciadores de la microfauna y microflora del suelo.